Régis
Debray y Aleksandr Duguin ¿Qué tienen en común?; En materia del pensamiento
ideológico parecen completamente antagónicos, el primero igualitarista (por su
marxismo) y el segundo jerárquico (por su “tradicionalismo”), sin embargo en el
desarrollo del presente artículo, veremos las increíbles similitudes entre el intelectual
del “foco” francés Debray que encanto a la “juventud maravillosa” de la década
de 1960 y 1970, con sus panfletos teóricos que incitaban a la violencia y que a
su vez respondían a intereses mucho menos altruistas de lo que se suponía y el
intelectual ruso Duguin, que oficia como un “nuevo Debray” de la actualidad,
con la misma praxis que su antecesor francés.
Si repasamos la historia, encontraremos muchas
similitudes entre los “nacionalistas” de ahora y los marxistas de los 60’s, los
mismos responden al tutelaje de las doctrinas foráneas, sean estas marxistas o
“cuarta teoría política”, incapaces de reconocer los importantes aportes de
autores que nos son más próximos, es evidente que citaran de Duguin y a sus
divulgadores que se les puede encontrar una incesante predica en este sentido:
«El fascismo y el nacionalsocialismo (la “Tercera teoría política”) vieron los cimientos
de la historia en el Estado
(fascismo) o la raza (nacional
socialismo hitleriano).
Para el
marxismo (la “Segunda teoría
política”) era la clase obrera y las relaciones económicas entre las clases. El liberalismo (la “Primera teoría
política”), en cambio, ve la historia en términos del individuo atomizado separado de un complejo de herencia cultural y
de contacto y comunicación inter-social.»
No
atinan a saber nuestros patriots, que
hace más de 60 años se expresaba en términos similares - pero mucho más
contundentes en cuanto al planteo de soluciones claras - un pensador tan
nuestro como Arturo E. Sampay en una de sus obras claves La Crisis del Estado de Derecho liberal-burgués:
“el hombre, desde que sale del mundo medioeval (…) seguro de
la eficacia de la razón para disputarle a Dios la suerte de su destino, hasta
que (en la actualidad) remata abdicando de su personalidad, desleído, en su mísera condición de porciúncula
material de un cosmos infra-humano, en entidades relativas, deificadas a los
efectos de la absorción tiránica, y que tanto puede ser el Estado: fascismo;
como una Raza; nacionalsocialismo, o una Clase
económica; sovietismo”.
Esta
obra escrita en 1942, además de denunciar a las tres ideologías anteriormente
mencionadas, critica a lo que ya para aquella época se vislumbraba como las
irremediables consecuencias del renacimiento que junto al auge del desarrollo
de la técnica y el capitalismo y luego el iluminismo, generarían en el ambiente
europeo, ya que, para Sampay la irrupción de la modernidad (renacimiento,
capitalismo burgués y luego iluminismo) eliminaría a Dios como regidor de la
vida humana; la libertad del Medioevo que era una libertad-fin; “para el pensamiento de la Edad Media, el hombre es
un ser dotado de razón, es una persona, cuya razón metafísica hace de él un
universo de naturaleza espiritual, dotado de libre albedrio, y construyendo,
por ello, un todo independiente frente al mundo, que ni la Naturaleza ni el
Estado pueden franquear sin su permiso. Dios mismo, que esta y obra dentro de
él, respeta su libertad. (…) A esta libertad, Dios la solicita, pero jamás la
fuerza.”
Bajo
esta idea de libertad, lo hace obrar hasta consagrarse con la salvación, ese
será su fin. La modernidad, en cambio, bajo el incipiente desarrollo de la
burguesía apoyada bajo la idea de empresa individual y por ende, bajo el
individualismo, tiene una idea de libertad pero esta no va en conjunto a la
idea de un fin a esta libertad. El liberalismo político que vendría luego,
incapaz de darle al individuo un fin último, daría paso gracias a su
agnosticismo al socialismo, fascismo y nacionalsocialismo.
Sampay
dedicaría esta obra para desarrollar lo que he esbozado, criticando al
liberalismo político en la mayor parte de la misma obra, y proponiendo como
solución el retorno a la concepción medieval y cristiana de la libertad, que a
su vez, terminaba condicionando está a ramas tan amplias de la comunidad como
la moral, la economía y la política.
Pero,
no es mi intención en esta oportunidad recomendarles a nuestros queridos patriots en quien basarse y en quien no
basarse, porque en sí me resulta más interesante hablar del Amo (Duguin en este
caso) y no de sus esclavos, o mejor aún; sería interesante analizar su
relación, y el por qué Duguin, a pesar de proponer pocos elementos originales a
lo que ya han propuesto muchos hombres de Nuestra América, triunfa en los
círculos que se autoproclaman “nacionalistas”.
En sí,
ellos ahora, como los marxistas antes, responden a los resortes del coloniaje
cultural, esto es; el desprecio a lo nuestro, lo propio, lo original pero
también lo originario, como diría Ramiro de Maeztu frente a aquellos ideales
que ven como “de vanguardia”, superadores de los demás preexistentes, de
“cuarta teoría política”, considerándose a sí mismos como heraldos o apóstoles del
nuevo mensaje que tiene que ser replicado y llevado en práctica en sus
respectivas naciones.
Esta no
es la primera vez que sucede eso, un caso idéntico ocurrió hace más de 40 años,
el Aleksandr Duguin de aquel entonces se llamaba Régis Debray, es interesante
repasar lo que escribía Alberto Methol Ferré en su extenso artículo La revolución verde oliva, Debray y la OLAS,
por el año 1967, al comienzo explica como Debray oficio como el teórico
principal de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (mejor conocida por
sus siglas; OLAS), creada por 1967 para expandir y coordinar la revolución
cubana al resto de América Latina, no solo se le debía de dar a la revolución
cubana con vistas a propagarse por el resto de América de un fundamento
ideológico claro, sino que también se debía de pautar cual serían las tácticas
guerrilleras que se utilizarían para expandir dicha revolución.
Para
dotar a la OLAS de todo este tipo de fundamento teórico e ideológico, y también
de elaboraciones bajo aspectos tácticos y militares, se requirió de Debray.
Methol explica al comienzo de su artículo: “¿Qué hace que los cubanos encuentren
su portavoz más adecuado en un europeo, y que éste sólo pueda realizarse como
revolucionario fuera de Europa? Pareciera que los intelectuales revolucionarios
de Europa si quisieran evadirse de la ‘Republique des Lettres’ tuvieran que
emigrar al Tercer Mundo para unificar su vocación con su práctica. Y que a la
vez, por el juego de los desniveles de densidad cultural, la realidad cubana no
tuviera decantación suficiente como para engendrar por sí misma multitud de
Debray que le permitiera exonerarse de Debray.”
Es
exactamente lo mismo que me pregunto yo con Duguin ¿acaso no tenemos una
“decantación suficiente para engendrar por si mismos a una multitud” de
“Duguins” que nos permitiera exonerarnos de Duguin mismo?
A
continuación Methol resulta lapidario: “¿Colonizadores colonizados por los
coloniales? ¿Coloniales que para
descolonizarse recurren a colonizadores apóstatas?”
Más
adelante, vemos la increíble similitud en el caso que Debray al igual que su
predecesor Duguin, mencionaría la necesidad de bloques continentales, en estos
términos: "Si con derecho se puede hablar de ‘la’ Revolución
Latinoamericana, no es causa de la América Latina, sino dialécticamente, a
causa de Estados Unidos su enemigo común"
Methol
Ferré replica: “De tal modo la unidad de América Latina es absolutamente
extrínseca, foránea, pues de suyo es mera colección. Hay la causalidad externa
de los yanquis, no hay causalidad interna sino mera respuesta mecánica.”
Yo me
pregunto ¿No es lo mismo que propone Duguin con su “unidad multi-nacional del odio” frente a la modernidad y la
talasocracia anglo-protestante, a la que él se refiere bajo el nombre de Eurasia? (Véase el artículo anterior: El verdadero rostro de Duguin)
¿Dónde
está una propuesta positiva, una insinuación de cual debería de ser la razón de
ser de los pueblos que Duguin llama “tradicionales”? ¿Qué tipo de Logos o
Verdad plantea Duguin?;
Ninguna que pueda representar una interferencia en los planes del imperialismo
neo-soviético que vuelve a nacer.
Methol
en diversas partes de ese artículo se referiría a lo planteado por Debray como
“Abstraccionismo mágico del peor.” ¿Acaso no sucede lo mismo con las recientes
referencias de Duguin sobre Buenos Aires?, ahora como ayer, abstraccionismo
mágico del peor, y peor aún, una historia lamentable y penosa, de gente quizás siendo algunos bien intencionados que caen bajo los recurrentes sofismas que se
vuelven a repetir al alba de cada nuevo imperialismo.
Basta
hacer una mención aparte, en el sentido que en la actualidad ya no caben dudas
para quien trabajo Debray; al apoyar el golpe de Estado norteamericano (con
participación directa de Estados Unidos) en 2004 sobre Haití y cuáles fueron
las implicancias de su fallida “teoría de la guerrilla foquista” aplicada en
los 60’s.